Esta costumbre tiene
su origen en la Edad Media y se mantienen en recuerdo de los muchos
profetas que anunciaban el nacimiento del Salvador.
La gente de la villa,
los villanos, fueron los que adoptaron los antiguos himnos y cantos en
latín con los que la Iglesia recordaba la llegada de Jesús
transformándolos en canciones muy dulces.
Dichas canciones las
que hoy en día se conocen como Villancicos (en honor a sus autores). Los
primeros se originaron, según se cree, en Inglaterra, en la época de
Enrique I, para amenizar las fiestas de la Corte.
Quizás el villancico
más conocido del mundo sea "Noche de Paz". Traducido a 330 idiomas fue
creado casi por casualidad en 1818, en Oberndorf, cerca de Salzburgo
(Austria).
Dos días antes de
Navidad, el viejo órgano de la iglesia de San Nicolás, la parroquia del
padre Joseph Mohr dejó de funcionar. Para no decepcionar a sus
feligreses el padre Mohr pidió a su amigo Franz Xaver Gruber, maestro y
organista del vecino pueblo de Arnsdorf que compusiera una melodía para
un texto de Navidad.
En la misa del gallo
de ese 24 de diciembre, Joseph Mohr, cura con voz de tenor y que tocaba
la guitarra, y Gruber, que poseía una bella voz de bajo, interpretaron
por primera vez en alemán "Noche de Paz".
En 1831, un coro que
se dedicaba a cantar aires populares tiroleses incorporó el villancico
del padre Mohr a su repertorio durante una gira por Prusia. De allí la
canción viajó a New York, donde fue interpretada por un coro tirolés en
1839. Treinta y seis años más tarde, la corte real de Prusia, que
buscaba el original de la partitura, consultó al párroco de San Pedro de
Salzburrgo, quien, para sorpresa general, respondió que Mohr y Gruber
(muertos en el anonimato respectivamente en 1848 y 1863) eran los
autores del villancico que se había atribuido al compositor austriaco
Michael Haydn.
|