La tradición del Árbol de Navidad, como
casi todas las tradiciones que han llegado a nuestros días, parte de
tradiciones paganas. Para chinos, hebreos y egipcios, los árboles de
hojas perennes son considerados símbolo de la vida eterna. Sin embargo,
son las tradiciones de los países nórdicos las que más se acercan a esta
que estamos tratando.
En las fiestas paganas del Solsticio de
Invierno, el abeto era un árbol majestuoso y con poderes. Era
considerado el árbol del triunfo y el nacimiento de la luz contra la
oscuridad, pues en los fríos y nevosos inviernos era el único árbol que
resurgía por encima de todos en altura, verdor y euforia.
Investigaciones arqueológicas han
descubierto que ya en Grecia y la antigua Roma se adornaban los árboles.
Existía la creencia de que en cada árbol reside un duende, por lo que al
adornarlo y cantar a su alrededor, el duende se congraciaría con ellos y
haría que se cumplieran sus deseos.
El origen cristiano del Arbol de Navidad
lo podemos encontrar en dos leyendas, en una de ellas la tradición parte
de Alemania, en la primera mitad del siglo VII. Según cuenta la
leyenda, se encontraba San Bonifacio predicando un sermón el día de
Navidad a los druidas alemanes, y para demostrarles que el roble no era
ni sagrado ni inviolable, derribó uno. El árbol, al caer, fue
destrozando todos los arbustos, excepto uno, un pequeño abeto. San
Bonifacio interpretó la supervivencia del arbolito como un milagro,
concluyendo su sermón: "Llamémosle el árbol del Niño Dios". Desde
entonces los cristianos celebraban las Navidades plantando abetos. Es a
partir del siglo XVI cuando en Alemania se decoran los abetos,
extendiéndose esta tradición al resto de Europa; sin embargo, a España
no llega hasta mediados del siglo XX.
La segunda consta en un anónimo escrito de
la Edad Media, encontrado en un monasterio de Sicilia: "El día de
Navidad, todas las criaturas fueron a adorarlo a Belén. Los árboles
hicieron lo mismo y ninguno logró llegar tan cerca del recién nacido
como un abeto. Sin embargo, era tan pequeño, que los otros lo cubrían
con sus altos troncos, sus ramas frondosas y sus flores perfumadas. Las
estrellas se apiadaron y cayeron como lluvia de nieve sobre el apocado
abeto. Sobre su cima se posó la Estrella de Belén. Al contemplar un
árbol tan hermoso, el Niño Jesús lo bendijo con una sonrisa".
Los adornos y bolas que se cuelgan
actualmente del árbol fueron creados en el siglo XVII por los sopladores
de vidrio de Bohemia. Del mismo modo que el abeto,
tienen su propia simbología. Las bombillas eléctricas que han sustituido
a las velas, simbolizan la luz del mundo. Las herraduras, traen buena
suerte. Las piñas, son símbolo de inmortalidad. Las campanas muestran la
alegría navideña. Las manzanas o bolas de navidad representan la
abundancia. Y la estrella, como ya es sabido, representa la Estrella de
Belén. |