Estas dos representaciones artísticas han
sufrido diferentes fortunas pues el Belén, a pesar de todos los pesares, se
mantiene en nuestros hogares y en nuestra sociedad en general. A pesar, como
digo, de los muchos obstáculos que le han salido y le salen al paso, dígase
influencias foráneas (Papá Noel, árbol de Navidad, etc.), o por las
opiniones de aquellos que dentro de nuestra propia sociedad no lo creen
políticamente correcto por “dañar” la sensibilidad de otras creencias
religiosas que hoy en día conviven en nuestro país.
No ha pasado lo mismo con los Calvarios,
estos cada vez son menos los artesanos (belenistas) que los montan, sea por
la causa que sea. Por lo general se suelen representar más en dioramas que
abiertos, aunque también los hay, como el de Monzón.
A lo que me refiero es que los Calvarios
son cada vez menos y la gente pasa un poco de ellos. No son escenas alegres
como en el Belén sino, por decirlo de alguna manera, algo más sombríos; sin
embargo, es la culminación del ciclo que empezamos con la Navidad. En unos
se representa el Nacimiento de Jesús, en los otros es la vida de Jesús
hombre, su pasión, muerte y resurrección.
Aunque nunca llegó a cuajar como los
Belenes en nuestros hogares si lo hizo en las asociaciones de belenistas o
en los centros culturales y, en algunas regiones como el Levante español, si
alcanzó este punto de popularidad, pues al igual que hay Ferias de Navidad
con sus figuritas y otros elementos, también durante la Cuaresma había
Ferias de Pasión en las que se podían encontrar figuras de cacharrería
específicas para estos temas, lo que indica la popularidad de las mismas,
dado que si no había negocio éstas no hubieran existido. Hoy en día, sólo
los grandes “figuraires” las hacen y, que yo sepa, en la actualidad no se
celebra ninguna de estas Ferias de Pasión.
La cuestión es que los Calvarios han ido
cayendo en el olvido, solo en casos esporádicos se entera uno de una
exposición de los mismos. Algunas asociaciones del sur de España mantienen
viva la llama de hacerlos. En el caso de mi tierra (Cataluña) solo hay una
anual, la de Sant Hilari Sacalm, donde además existe una de las
representaciones de la Pasión al aire libre más importante de la zona; y
otra que tiene cierta continuidad que sólo se expone los años bisiestos, la
del Grup Pessebrista de Sitges. En raras y contadas ocasiones otras
entidades los hacen.
Por las causas que sean estos ya tuvieron
una importante bajada a principios de los ’60. Creo (esto es una reflexión a
título personal), que se debió al cambio de vida en nuestro país. La Semana
Santa se convirtió en las vacaciones de primavera, en las que la gente
aprovechaba los días festivos para salir a la playa o la montaña. Se dejaron
atrás los días de recogimiento, obligado en muchos casos, pues ni cine se
hacía y el baile, ¡válgame Dios!, éste ya estaba restringido durante toda la
Cuaresma; así con tantas restricciones y tan pocas diversiones (escuchar el
futbol por la radio era una de ellas, jejeje) con algo había que matar el
tiempo y de seguro que más de uno aprovechaba las largas tardes de los días
de fiesta para que parte de aquel Belén de las pasadas navidades se
transformara en un Calvario. Supongo que era una manera de pasar el tiempo.
Para muchos que puedan leer esto pensarán que hablo del año catapún, pero no
está tan lejos.
Otro punto negativo para los Calvarios es
el poco tiempo que tienen de exposición, pues como mucho están desde el
Domingo de Ramos hasta la Pascua. En algunos casos, y con mucha suerte,
desde el domingo anterior al de Ramos, es decir, desde la Semana de Dolores.
Mi
propuesta es que esta Semana Santa, estéis donde estéis, si veis por
casualidad algún cartel anunciando una exposición de CALVARIOS, la visitéis,
pues hay gente que se habrá pasado horas haciéndolos. Así los compañeros que
los han hecho si ven que la gente los visita se sentirán, como digo yo, más
satisfechos de su obra y más felices.
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