“Y sucedió que mientras estaban allí, se le cumplieron los
días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en
pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la
posada” (Lc. 2:6-7).
La Navidad está acompañada de multitud de símbolos
tradicionales, diferentes para cada país y cada uno con su origen y
significado: árbol de Navidad, Papá Noel con sus renos, Reyes Magos, la
bruja Befana, luces de colores, estrellas, paisajes nevados… y un sin fin de
adornos navideños.
Junto a esa Navidad de luces y regalos, está la Navidad
tradicional del Belén, que como iconografía navideña tiene en España una
tradición de siglos y constituye un vasto patrimonio popular y cultural. El
“misterio” –portal con la Virgen, San José, El Niño, la mula y el buey- sólo
o rodeado de pastores, lavanderas, Reyes Magos y pajes y un sinfín de
personajes más, son elementos iconográficos de la cultura tradicional de
nuestra Navidad.
Esta iconografía y la de otros países, aunque hayan tenido su
origen y significación religiosa hoy en día se ha ampliado su significado
convirtiéndose en signos culturales y como tales han pasado a formar parte
de nuestra idiosincrasia.
Los símbolos, en este caso los navideños, admiten un
pluralismo de significaciones: para un creyente evocarán su religión y para
un no creyente –ya sea agnóstico o ateo-, no pasarán de connotaciones
culturales, si se quiere incluso mitológicas; o por propia incultura no
tendrán ningún valor, ni siquiera el estético, estrechamente ligado al hecho
de haber sido fuente de inspiración del arte en la cultura occidental en
todas sus manifestaciones: poesía, pintura, escultura… Por tanto, sea cual
sea el sentido que se dé a la iconografía tradicional no debería herir la
sensibilidad de nadie por motivos ideológicos.
Las sociedades avanzadas, tolerantes y plurales se construyen
desde el mestizaje cultural y desde el encuentro de las distintas
expresiones religiosas que en un régimen de libertades debe poder compartir
cualquier espacio público. En la actualidad, los tradicionales belenes
conviven en armonía, en todos los espacios, incluidos los hogares, con las
tradiciones nórdicas del árbol o del Papá Noel –iconos de diferentes
culturas en perfecto sincretismo-. Y sin necesidad de irnos demasiado
lejos, dentro de nuestro país conviven distintas tradiciones dependiendo de
la región en la que nos encontremos: en Cataluña el canto apocalíptico de la
Sibila, el Caga Tió, el pino de Centelles; en Euskadi, el Olentxero; los
verdiales en Málaga…. No se impone por tanto ningún símbolo. Conviven, se
comparten y enriquecen mutuamente.
Me declaro agnóstica, pero discrepo con esos “no creyentes
radicales” que, con argumentos racionalmente poco consistentes, confunden
una costumbre o tradición navideña con imponer un símbolo religioso en
centros educativos públicos o invocando el derecho a una educación laica
pretendiendo prohibir símbolos navideños que para ellos son expresión
religiosa, tomando como excusa que a dichos centros educativos asisten niños
que profesan otras religiones.
Con ello, y desde mi punto de vista, solo demuestran el
grado de intolerancia, irracionalidad e incultura en el que se encuentran
sumidos; si se documentaran un poco más se darían cuenta de que otras
religiones, como por ejemplo la islámica, también celebran estas fechas, no
del mismo modo eso es evidente, pero sí con respeto, ya que se celebra el
Nacimiento de Jesús, uno de sus más importantes Profetas. Un ejemplo de ello
lo tenemos muy cerca de nosotros. En La Rioja la noche del 24 de diciembre
iglesias como la del Palacio acogen a los musulmanes (árabes o no) de la
Asociación Paquistaní riojana, con Fida Hussain a la cabeza, para participar
en la celebración del Nacimiento de Jesús, además de en otras
concentraciones, procesiones cristianas e incluso en oraciones conjuntas
pidiendo la paz a lo largo de todo el año. Esto debería ser para muchos un
gran ejemplo de tolerancia, respeto y convivencia que nos demuestra que son
más las cosas que nos unen que las que nos separan.
Hace unos años se publicó la noticia –un tanto controvertida-
sobre la prohibición por parte de la directora de un colegio público de
Mijas de que los alumnos pudieran montar un belén en las aulas para “no
dañar la sensibilidad” de los alumnos profesos de otras religiones. Como
réplica la profesora de Historia de Enseñanza Secundaria, Doña M. Luisa
López Muñoz publicó un artículo en el que decía textualmente: “Si el respeto
a cualquier identidad cultural es un valor democrático fundamental, nunca se
podrá comprender y respetar los valores de quienes tienen una historia,
cultura o religión distinta sin el respeto previo a la propia. Frente a
actitudes intolerantes basadas en laicismos o ateismos radicales,
incompatibles con un Estado de Derecho, debería prevalecer la defensa del
multiculturalismo –en este caso de la Navidad- basado en la tolerancia y
el respeto, con la mente abierta que ha de predominar en una educación en
valores, muy especialmente en la escuela pública cuya principal seña de
identidad es ser abierta, libre, plural y diversa”.
Como ya he dicho soy agnóstica y sin embargo celebro la
Navidad, disfruto con todos los preparativos, monto todos los años el belén
en mi casa, visito otros belenes –públicos o privados- y soy socia fundadora
de la ASINBE. Y todo porque me gustan mis raíces, mis tradiciones y mi
cultura, es decir, mis señas de identidad y quiero que se mantengan por
mucho tiempo.
Para mi la Navidad es la celebración de la unión, ya sea con
familia o amigos, con la gente a la que quiero y aprecio. En nuestras
celebraciones no siempre hubo regalos ni opíparas cenas -las circunstancias
económicas no lo permitían-, pero siempre hemos estado juntos en estas
fechas, siempre ha estado presente el belén, el árbol de Navidad, pero sobre
todo, el Espíritu del Amor, el mismo que ahora quisiera compartir con todos
vosotros, sea cual sea vuestro credo o la falta del mismo:
Que la Navidad sea para los creyentes motivo de
reflexión y mejora espiritual y que Dios los bendiga.
Para quienes no son creyentes, que la Navidad sea
ocasión propicia para reunirse con sus seres queridos y disfrutar de un buen
momento para afianzar sentimientos de amor, cordialidad y tolerancia.
FELIZ NAVIDAD A TODOS |