REFLEXIONES

 

Empezar de Nuevo

Autor: Joan

 

Ahora que han pasado las vacaciones, que los que tienen niños vuelven a sus clases y que volvemos a la rutina diaria (difícil, con el ajetreo de la vida actual, pero ya me entendéis), llega la época, en la que a los que nos gusta el belén, empecemos a plasmar aquella idea que llevas en la cabeza desde la pasada Navidad. Echaremos mano de aquellos bocetos o fotos que se tomaron hace tiempo o incluso en las últimas vacaciones y que se tomaron expresamente para esto, y nos pondremos manos a la obra.

Durante todo el año habremos estado recogiendo cosas que pueden ser de utilidad: arena de la playa con la que ya veías tu desierto; una ramita que bien podría servirte para hacer un majestuoso árbol; o aquellas piedras que recogiste en el campo (conozco a un compañero que su belén esta confeccionado con piedras de todos los sitios en los que ha estado, incluso le pide a los amigos que le traigan piedras de allá donde van de vacaciones; hace años me vino más contento que unas Pascuas -ni que le hubiera tocado la lotería-, "¡Joan, Joan, me han traído un trozo del muro de Berlín!").

Volvamos a nuestro pessebre, vayamos con tiempo por delante para impregnar cada día un poco más con el espíritu de la Navidad, que ésta no sea solo el 25 de diciembre, sino todo el año, por lo menos en el corazón.

Algunos buscarán en los cajones o cajas las piezas que se guardaron en su día; otros, los más previsores, ya lo tenderán hecho o casi hecho, ya que sólo disponen del tiempo vacacional para dedicarse a ello; algunos tienen la suerte de disponer de un pequeño rincón para sus cosas y, por supuesto, lo tendrá ya medio montado o algunas piezas a punto, otras a medio hacer o sólo a falta de unos detalles. Sin embargo, la gran mayoría es ahora cuando se pondrán manos a la obra, cuando la señora de la casa, refunfuñando, le dejará que el sábado o el domingo le ponga el comedor patas arriba, aunque después es la primera en ir a ver qué cosas se han hecho. El padre de familia o el que se dedica a este menester, a estas alturas ha empezado a hacer las piezas para nuestro Pessebre. Imaginariamente lo hemos montado y desmontado mil veces.

Desde estas líneas os doy el pistoletazo de salida. Vayamos a por el pessebre, que es una de las tradiciones más nuestras; que ensuciamos un poco el comedor haciéndolo..., se barre. No pasa nada. Todo compensa con sólo ver la cara ilusionada de los más pequeños (y de los no tan niños) de la casa cuando lo ven terminado. ¿No es bonito ver como el pequeño empieza a cantar ese villancico (nadala) que acaba de aprender en la escuela y sin darnos cuenta los mayores le acompañamos? Creo que en Navidad todos nos volvemos un poco niños, algo más jóvenes, si no de cuerpo sí de espíritu.

Está bien que se compaginen otras tradiciones, pero no dejemos que "el de rojo con barba blanca" nos quite lo que es nuestro. Este personaje, tal y como ahora le conocemos, no es más que el reflejo de una sociedad consumista. Una empresa de refrescos encargó al pintor Habdon Sundblon que remodelara la figura de San Nicolás y lo vistió con los colores de la marca de la bebida. Tanto impacto tuvo que hoy en día identificamos a San Nicolás con Santa Claus, olvidándonos del auténtico, que era santo y obispo de Mira, cuya leyenda nos cuenta una historia muy distinta: llegaba de España y llevaba naranjas y juguetes a los niños del Norte de Europa, como si estas naranjas fueran un poco del sol en aquellos países (ver más información en Tradiciones Navideñas).

El árbol es otra de estas tradiciones de los pueblos del Norte que ha llegado a nuestra sociedad es, como muchas tradiciones navideñas, una costumbre pagana que después se ha cristianizado; más adelante se comienzan a crear leyendas siendo una de las más tradicionales la basada en un cuento de Navidad que dice que todos los árboles florecieron para poderle ofrendar sus frutos al recién nacido; el pobre abeto no tenía ningún fruto que ofrecer y se engalanó con cintas y la nieve que lo cubría se transformó en estrellas de mil colores, así fue a adorar al Niño Dios (Ver más información en Tradiciones Navideñas).

Están bien estas costumbres foráneas pero, ¡por favor", al lado de las nuestras, acompañándolas, con nuestro pessebre, así como el resto de nuestras tradiciones locales y regionales navideñas. Como ejemplos: en Euskadi, el Olentzero; en Cataluya, el Caga Tió, el árbol de Centelles, el Canto de la Sibila; en Málaga los Verdiales y Orfeos, etc., etc. (Ver más información en Tradiciones Navideñas). Pero siempre con nuestro belén, por pequeño o grande que sea, artístico, popular, histórico, costumbrista, alegórico; más puro o más anacrónico, pero no dejará de ser nuestro PESSEBRE.

Desde este boletín y anticipadamente, ya os digo... BON NADAL I BONS PESSEBRES PER A TOTS (Feliz Navidad y buenos pesebres para todos).

 

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