Como cada año, el período estival marca un
antes y un después en el mundo del belenismo. Podríamos definirlo como el
fin de una etapa y el comienzo de una nueva. Con la llegada de esta etapa y,
aún con la resaca belenística de las navidades pasadas, comenzamos con
ilusión a dar proyecto en nuestra cabeza lo que en meses después le daremos
vida con nuestras manos.
De pequeño me apenaba la idea de que pasados
los meses de navidad se acababa este mundo belenista hasta mediados de
diciembre de las siguientes navidades; no concebía que esto de montar el
belén fuese cosa de solo unas semanas. Hoy día, me doy cuenta de lo
equivocado que estaba. El belenista trabaja durante un año y descansa las 2
ó 3 semanas en las que expone su nacimiento.
Muchas veces he oído la expresión: "un
belenista nunca descansa". Al principio no lograba entender muy bien tal
expresión, hasta que con el paso del tiempo me di cuenta lo cierto que puede
llegar a ser. Allí donde uno ve un tapón de corcho, un belenista puede estar
viendo cántaras; donde hay una simple malla de aluminio, un belenista está
viendo celosía para ventanas... y así con innumerables cosas.
Es por ello, que en este período vacacional,
donde en la gran mayoría de las ciudades se superan los 40º, el belenista
tiene la cabeza un poco más despejada para empezar a dar vida lo que será su
próximo proyecto. Además, fuera a parte de proyectos a nivel personal, el
período vacacional es una buena época para visitar "colegas belenistas",
acudir a encuentros, recopilar información, ya que tan importante es
formarse como informarse...
De modo que espero que en esta nueva etapa, en
la que empezamos a confeccionar nuestro nuevo proyecto, estéis llenos de
ilusión y que aprovechéis los meses de descanso para despejar la mente y
tener la cabeza bien despierta para que vuestros belenes sean ante todo un
buen trabajo.
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