Estas pasadas Navidades me ha pasado
esto, el desencanto ha provocado que este período, que en años
anteriores hacía de mi vida un poco más especial, pasase sin pena ni
gloria. Todo ha sido igual, vacaciones, comidas familiares y con amigos,
regalos, fiestas... A mucha gente que le he preguntado me ha dado la
misma respuesta, "estas Navidades no me parecen Navidades". ¿Qué ha sido
lo que ha provocado esto? ¿Qué es lo que ha cambiado?.
A mi modo de ver, quizás lo que más
se ha ausentado durante estas Navidades ha sido el calor humano; un
calor que antes se daba en todos los sitios, en casa, en el trabajo, en
la calle..., hoy en día, la simple rutina y el aborrecimiento dado,
tanto por las grandes cadenas comerciales y de televisión, como
cualquier otro estímulo que nos entre por los ojos y oídos durante los
dos o tres meses anteriores a la Navidad, nos ha provocado un desencanto
general con todo lo referente a la Navidad.
Hoy dos buenos amigos me han
"pasado" una historia de unos jóvenes americanos que volaron hasta Rusia
para enseñar ética y moral basada en la Biblia. Religión aparte (los que
me conocen ya saben lo que opino) la historia es muy bonita, cómo un
niño pequeño puede dar tanto calor simplemente con un trozo de fieltro
marrón.
Ahí puede estar la respuesta,
¿quizás sea porque nos volvemos mayores y nos acomodamos en la rutina?
Si retrocedemos un poco en el tiempo, nos acordaremos de como cuando
éramos pequeños y esperábamos las vacaciones de Navidad con impaciencia;
esos largos días en los que anochecía pronto y estábamos dos semanas
esperando a que llegasen los Reyes; luego, cuando ya crecíamos un poco
más, estábamos ansiosos por celebrar la Nochevieja con la compañía de
nuestros amigos; llegando ya a la mayoría de edad, algunos con pareja y
otros sin, estábamos día y noche buscando nuevas experiencias con las
que hacer de la Navidad el momento especial del año. A partir de ahí ya
pasó todo a ser habitual, las mismas fiestas, las mismas comidas y
cenas, las mismas actividades y vuelta al trabajo. Cada año igual.
Quizás deberíamos hacer un alto en
el camino, y pensar como si fuésemos el niño de la historia. Misha no
pide mucho en la vida, tan solo se conforma con lo que le ha pedido el
otro niño de fieltro marrón, que le regale su calor, un regalo
para el que no es necesario ni un euro, y en el que las cadenas
comerciales y de televisión hacen gala de su ausencia, machacando con el
consumismo previo a la Navidad.
Hagamos ese alto en el camino y
reflexionemos sobre lo que fue para nosotros en el pasado la Navidad e
intentemos recuperar ese espíritu y calor.
Ahí va la historia de Misha, en la
cual se ha basado Javito para su último cuento "La Navidad en Rusia".
Dos Bebés
en un Pesebre.
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