Todo el mundo sabe que en Rusia hace mucho frío. Y en Rusia,
además de frío, hay muchas cosas y mucha gente. Y allí donde hay
gente, suele haber niños.
En Rusia, como en otros países, también hay niños que no tienen
ni papá ni mamá. Estos son los niños que viven en los orfanatos.
Sucedió hace no demasiado tiempo, que en uno de estos orfanatos
de Rusia, no importa cuál, vivía un niño que se llamaba Misha.
Misha, como todos los niños del orfanato, sabía que en Rusia,
hace mucho frío y que hay gente, pero lo que no sabían es que
existe la Navidad.
En América, donde también vive mucha gente, vivían dos jóvenes a
los que otras personas habían contado que en Rusia algunos niños
no sabían nada de la Navidad. De modo que cogieron sus maletas
llenas de ropas de abrigo para el frío y se fueron a Rusia. Y
llegaron al orfanato donde vivía Misha con otros niños.
Estos jóvenes, de los que no sabemos el nombre, reunieron a
todos los niños en un salón y empezaron a contarles qué era la
Navidad. Todos los niños escucharon con atención la historia que
les estaban contando llenos de asombro. Algunos tenían los ojos
abiertos como platos e incluso hubo alguno que se cayó de la
silla de tanto que quiso adelantarse para oír mejor:
"Hace mucho, mucho tiempo, un hombre llamado José y su mujer,
María, fueron a la ciudad de Belén porque así lo quería el
emperador de Roma que gobernaba en casi todos los hombres. Y
cuando estaban buscando una habitación en Belén donde poder
pasar la noche, el niño que estaban esperando, quiso nacer. Y
como no tenían sitio en las posadas, el niño tuvo que nacer en
un pesebre, porque no tenían nada.
Vinieron algunos pastores que había por allí cerca y le dejaron
regalos.
Y desde aquella noche en que el niño nació, cuando llega el mes
de Diciembre, en todo el mundo celebramos la Navidad, que
significa Nacimiento, y es como si todos los años, no importa
dónde, el niño de José y María volviese a nacer".
Estas palabras dejaron impresionado a Misha que empezó a
imaginar muchas cosas. Los jóvenes americanos les dieron a los
niños trocitos de cartón y otros materiales para que
construyesen cada uno un pesebre. Todos empezaron a trabajar.
Misha seguía pensando montones de cosas y tuvo una idea genial.
Los jóvenes americanos se acercaron a ver el trabajo que Misha
había hecho, pero como no lo entendían le pidieron que se lo
explicase. Esto fue lo que Misha dijo:
"José y María no tenían una casa en Belén donde poder poner al
niño que había nacido, por eso tuvieron que quedarse en un
establo.
Yo tampoco tengo una casa donde quedarme, pero el niño me dijo
que podía quedarme allí con ellos. Yo vi que la gente le traía
regalos y se quedaba, entonces pensé... que a lo peor yo no
podría quedarme porque no le había traído ningún regalo.
Entonces se me ocurrió una idea porque no quería irme y le dije
al niño que mi regalo sería darle calor. El me dijo que sí
enseguida y quiso que me metiese en su cuna. Pero yo soy mayor y
no cabía, así que tuve que hacerme tan chiquitín como él y
entonces ya si que pude meterme".
Misha se quedó mirando el pesebre que había hecho con dos niños
metiditos en la cuna y mirándolo sonrientes. Y por fin Misha
sintió algo muy parecido a lo que es tener casa y alguien a
quien querer y del que recibir amor y cariño.
Desde entonces, cada año por Navidad, Misha vuelve a hacerse
chiquitín y se queda metidito en la cunita del niño Jesús, y
juntos, sonríen a todos los niños que se asoman al pesebre, y a
todos los mayores y a toda la gente que hay en Rusia.
Porque en Rusia, además de niños, hay mucha gente.