Las normas sociales estaban dirigidas
por ideas religiosas y los mismos gobernantes eran personas
religiosas. La división social dependía de las actitudes religiosas,
de si se cumplían o no ciertas normas.
El mundo de los pobres en esta época
estaba formado principalmente por campesinos, en su mayoría peones
de haciendas, artesanos y multitud de gente sin trabajo: mendigos,
enfermos...
El pueblo, generalmente analfabeto,
hablaba el arameo. Las clases cultas, sin embargo, hablaban y leían
el hebreo, el idioma de la Biblia y de otros textos de relevante
importancia en el mundo judío, y estaba terminantemente prohibido
rezar a Yahveh en el idioma popular, pues era considera indigno. De
ese modo se condenaba al pueblo a no entender gran parte de las
prácticas imprescindibles para ser considerados buena gente.
En la mayoría de los casos, además, no
podían observar las normas. Un campesino o un artesano no podía
permitirse el lujo de detener su trabajo tres veces al día para
realizar los lavatorios rituales y poderse dirigir a Dios en los
rezos obligados. Tampoco podían cumplir la observancia del Sabat, en
el que no se podía ejercer ningún tipo de trabajo. Por ese motivo
los fariseos consideraban "pecadores" a todos los pobres.
Algunos de los oficios peor vistos
eran, por ejemplo:
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Los pastores. Que no podían ser
testigos en un juicio ni ocupar cargo público alguno. Eran
considerados ladrones y mentirosos.
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Los curtidores de piel. Era el
único caso en que a una mujer le estaba permitido pedir el
divorcio.
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