Tras la victoria
de Alejandro Magno, los juegos y deportes de los griegos se fueron
introduciendo en Palestina y en Jerusalén se construyó un gimnasio.
Estos eventos
agradaron a los gentiles pero eran repugnantes para los judíos
piadosos, que los consideraban amorales pues quienes los practicaban
lo hacían desnudos.
Los Macabeos
acabaron con ellos, pero Herodes el Grande los restauró,
construyendo teatros en Jerusalén y en otras partes.
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