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COSTUMBRES EN LA MESA

 

Como ya hemos visto, en temas anteriores, el alimento ordinario de la mayoría de los hebreos de los tiempos bíblicos era pan, aceitunas, aceite, suero de manteca y quesos de sus ganados, frutas y verduras de sus huertos y jardines y carne en raras ocasiones. Sólo muy pocas variedades podrían añadirse para tener una lista completa de alimentos.

Partiendo de la base de que en tiempos de los patriarcas la vida era nómada o seminómada y, por tanto, las viviendas son jaimas como ya también hemos visto, no puede hablarse de mesa propiamente dicha lo que se utilizaba para comer; ésta era una estera de piel o cuero extendida en el suelo (shool-khawn). Sólo la gente acomodada utilizaba la mesa como ya veremos.

El lavatorio de manos antes de comer y después del plato principal no sólo formaba parte de la prescripción de pureza ritual, sino que también pertenecía a los buenos modales. No se utilizaban cubiertos para comer, sino que se empleaban los dedos. El criado o quien tomaba su lugar, vaciaba el agua sobre las manos que habían de lavarse, manteniendo éstas sobre el lavamanos.

La oración antes de tomar los alimentos también era una costumbre bastante arraigada. Normalmente la fórmula usada para dar gracias por los alimentos era: "Y comerás y te hartarás, y bendecirás a Jehová tu Dios, por la buena tierra que te habrá dado" (Deutoronomio 8:10). La pronunciaba el cabeza de familia o anfitrión, mientras los demás comensales al finalizar la oración decían "Amén". En ocasiones no era ésta la oración pronunciada pues el cabeza de familia tenía la prerrogativa de formular dicha oración personalizada.

Los manjares llegaban a la mesa troceados en piezas convenientes; es decir, se partían en la cocina. Después de haberlos consumido utilizando las manos como cubierto, se limpiaban las manos con pan y agua; el pan así impregnado se arrojaba debajo de la mesa. Las migas caídas y el pan mojado se recogían después del banquete para darlo como alimento a los perros, con lo que nada era desperdiciado.

En los banquetes solemnes con huéspedes, se tomó la costumbre romana de la posición yacente. Se tendían en semicírculo alrededor de una mesa redonda o cuadrada más baja. Uno de los lados de la mesa quedaba libre para que los sirvientes pudieran servir la mesa cómodamente. Alrededor de dicha mesa se colocaban los almohadones, en los que podían acomodarse tres personas. Los cojines y puestos tenían un orden: en el "primer almohadón" se le reservaba el puesto al anfitrión de la casa. Junto a él se situaba el invitado de honor o el más allegado al que ofrecía el banquete.

La manera de honrar al huésped en la mesa era con la abundancia de manjares, preparando y presentándole tantos alimentos que no podía terminarlos. Si el anfitrión pretendía honrar de una manera especial a su huésped, no comía mientras lo hacía aquel.

Las invitaciones a los banquetes se hacían dobles, es decir, se mandaba una invitación con bastante tiempo de antelación y cuando se acercaba la fecha se volvía a enviar a un sirviente para anunciar que todo estaba listo.

El invitado no debía aceptar de inmediato ya que lo que se esperaba de él era que rechazara la invitación. Debía ser apremiado para que aceptara, aunque desde el principio hubiera pensado aceptar, debía conceder a la persona que lo invita el privilegio de que "le compela a aceptar".

Los banquetes solían celebrarse de noche, en habitaciones brillantemente iluminadas, y cualquiera a quien se excluía de la fiesta, se decía de ella "que había sido arrojada de la luz a las tinieblas de afuera".

 
Autor Faxcinatrix
Fuentes - Manual de Usos y Costumbres de las Tierras Bíblicas
- Historia de la Cultura en la Biblia
Imágenes - Foro de Belenismo
 

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