Las numerosas referencias al cultivo
del grano en la Ley de Moisés indica que se esperaba que los
israelitas fueran agricultores después de la entrada a la tierra de
Canaán, y que el cultivo del grano fuese una de las principales
industrias.
Las condiciones climáticas del país no
parece que en la época de Jesús hubieran sido más favorables a la
agricultura que en la actualidad. Tal vez el país poseía algo más de
bosque que hoy; pero tanto el clima subtropical, como una
temperatura anual media en torno a los 17º C, como la distribución
de las lluvias debieron ser similares a las actuales.
Fértiles eran sobre todo las llanuras;
y terreno fértil y cultivable lo ofrecían las pendientes y cimas con
su superficie rojiza de tierra calcárea de erosión, aunque su
cultivo resultase más difícil. Especialmente fértiles eran el
territorio de Galilea y la Jordania oriental, con su lava erosiva.
Las estaciones de cultivo se
orientaban por los períodos de las lluvias. En octubre se podía
contar con las primeras lluvias, por lo que los meses de octubre y
noviembre eran la época de preparación del suelo. Se eliminaban
zarzales y cardos.
La preparación de la siembra no
siempre se hacía con el arado de madera. A menudo se sembraba sobre
el barbecho, que se araba después para cubrir la semilla.
En invierno la lluvia cae
abundantemente, a menudo incluso con exceso y de forma violenta, de
modo que las aguas torrenciales de enero dañarán especialmente los
campos de las laderas arrastrando su escasa capa de humus.
También
hay épocas de sequía: inviernos en los que llueve muy poco o en los
que no llegan las aguas tardías (finales de marzo, comienzos de
abril). En esos períodos adquiere especial importancia el rocío. En
la montaña y en las proximidades de la costa la caída del rocío es
muy abundante.
La cebada y trigo eran los cereales
más importantes, junto con el centeno, el mijo y la avena, estos
últimos de menor relevancia económica.
El tiempo de siega para las
cebadas era desde mediados de abril a mediados de mayo. La siega de
los trigos se realizaba unas tres semanas después. Se realizaba separando la
espiga o bien con una hoz roma dejando en el campo unos tallos
relativamente altos, o bien se segaban más al ras del suelo con una
hoz más afilada.
Se conocía también el atado en
gavillas, aunque no siempre era necesario, pues a menudo las espigas
estaban tan secas que podían transportarse directamente del campo a
la era.
Para la trilla se llevaba la mies seca
con el tallo o paja hasta la era. Con un carro ligero o con una
tabla enganchados se hacía dar vueltas a un animal de tiro sobre la
parva, hasta que los granos se desprendían de la paja.
Para separar la cascarilla y paja del
grano levantaban la parva con una horquilla de madera de siete
dientes y se lanzaba contra el viento; volaba así la paja, mientras
que el grano caía al suelo de la era, por debajo de la pajilla
triturada, de modo que era fácil separarlos.
La paja más basta se amasaba con
estiércol formando una especie de briquetas que se utilizaban como
material de combustión, mientras que la más fina se empleaba como
forraje para los animales.
La cosecha de grano se almacenaba
según las cantidades; si era para uso de la familia se hacia en
tinajas o botijas hechas de una combinación de arcilla y mimbres. Si
las cantidades eran mayores se guardaban en una cisterna subterránea
y la localización del lugar se guardaba en secreto cubriéndose la
abertura. Tanto las cisternas subterráneas como
las construidas sobre la tierra en la Biblia son nombradas de tres
formas diferentes: granero, alfolí y los trojes. La mayoría de ellos
eran de forma circular y su tamaño variaba grandemente; así como su
uso, unos eran privados y otros públicos.
Las viñas se cultivaban en la falda de
una colina, en bancales, generalmente tenían un vallado por cerca.
La tierra se cultivaba con azadón o con palas; las piedras grandes
se sacaban del terreno y se plantaban vides escogidas, se construía
también una torre de observación para en verano tener vigilado el
viñedo de los merodeadores y también se le proveía de un lagar en el
que poder trabajar después la uva.
Algunas viñas se rentaba a una o dos
familias. Cuando esto se hacía el labrador que rentaba estaba de
acuerdo en dar la mitad o más del producto de la uva. Cuando llegaba
el tiempo de cosecha, el propietario enviaba a sus siervos para
asegurarse la uva que le pertenecía, así como de las pasas y del vino. |