Las primeras
construcciones usadas por los hombres en los tiempos bíblicos no
fueron realizadas con el propósito de pasar en ellas la mayor parte
de su vida. Los pueblos y ciudades lo formaban casas unidas unas a
otras; así se lograba más protección y se ganaba tierra para los
cultivos. Las casas se situaban generalmente alrededor de una fuente
o pozo comunal, formándose una plaza. En su perímetro se situaban
casi todos los artesanos y el mercado y de ella salían las
diferentes calles (generalmente eran estrechas).
Para un mejor estudio
de éstas las clasificaremos en:
Casas
de una sola pieza.
Constaba de una sola
pieza dividida en uno de sus laterales en dos partes mediante una
plataforma elevada del nivel del suelo, a unos 45 ó 50cm que durante
las noches hacía las veces de cama. Bajo esta plataforma se excavaba
el pesebre donde se guardaban los animales durante la noche y en los
días de lluvia.
En otro ángulo de la
casa se encontraba el horno y la tinaja del agua. Allí también se
guardaban los utensilios de cocina y lo necesario para la mesa.
Carecían de sótano con
lo que se practicaba un agujero en el suelo en el que se colocaban
las cántaras de aceite, vino, etc.
Las paredes eran
levantadas de adobe (barro con paja secado al sol) o piedras
irregulares pegadas con barro. Los muros se enjalbegaban con cal.
El suelo se hacía de
distintas maneras, en ocasiones se aplanaba la misma tierra hasta
que quedaba totalmente maciza; otras se hacía una mezcla de cal con
barro, se aplanaba y dejaba secar hasta que se endurecía; o se
ponían piedras resquebrajadas unidas con cal.
El techo se construía
con vigas de madera que alcanzaban de pared a pared, sobre éstas una
capa de pasto o ramas, otra capa de tierra o arcilla y
posteriormente se regaba con arena y gravilla, pasándose sobre ello
un rodillo de piedra (el pisón), el cual permanecía sobre el techo
para apisonarlo de cuando en cuando y así evitar que escurriera el
agua en el interior de la vivienda. Para finalizar la techumbre se
construía un pretil de unos 50cm de alto con algunas secciones
abiertas con el fin de ayudar a la evacuación de las aguas de lluvia
y evitar también las posibles caídas accidentales.
A la azotea se podía
subir bien por una escalera de mano o bien por una escalera
realizada de obra, siendo esta última la más frecuente ya que la
azotea se empleaba en muchas ocasiones de la vida judía:
-
Un lugar para dormir
en las noches de verano
-
Como almacén. Por su
exposición al sol era el lugar perfecto para el secado y
almacenamiento de grano y frutas.
-
Como lugar de
públicas proclamas. Las ordenes de los gobiernos locales eran
proclamadas desde las casas más altas. Tales proclamas se hacían
por lo regular por las tardes, cuando los hombres retornaban de
sus labores en el campo.
-
Lugar de oración.
-
A manera de escape
en tiempos de peligro. Las casas en pueblos y ciudades se
encontraban tan juntas que si era necesaria una huida rápida se
podía pasar de un tejado a otro sin ningún problema.
Tanto puertas como
ventanas eran construidas con madera de sicómoro y sus huecos eran
angostos.
Las ventanas eran
escasas, pequeñas y se colocaban elevadas, de ese modo se permitía
la entrada de luz pero desde fuera no podía verse el interior.
Tenían barrotes de madera que servían de protección contra los
ladrones.
Las puertas eran más
bien bajas; se montaban sobre bisagras metálicas o de cuero y cuando
se cerraban por la noche se atrancaban con una barra también de
madera.
Los enseres de estas
viviendas de una sola pieza eran bastante sencillos. Las esteras y
almohadones se usaban de día para sentarse y durante la noche para
dormir.
Debía haber utensilios
de arcilla para las necesidades del hogar y algunos de metal. Un
arca de madera para la ropa, una lámpara, una escoba, un molino de
mano para moler el grano y los botes de cuero de cabra para guardar
los líquidos.
Casas
de más de una pieza.
Eran propiedad de
personas más o menos prósperas.
Para construir una
casa de dos o más piezas, los palestinos no las hacían unidas la una
a la otra, sino que tomaban el ancho de una pieza y levantaban
tabiques entre una pieza y la otra para que formaran un patio
abierto y así con cada una de las piezas que se unían a la vivienda.
El patio es una parte
importante de la casa, permitía sin necesidad de salir de la casa
estar a cielo abierto y fuera de las miradas de extraños. Algunas casas tenían
en dicho patio una galería a su alrededor por la que se accedía a
las distintas partes de la casa. En otras, parte del patio estaba
cubierto por una lona para cobijarse del sol. Frecuentemente se
plantaban árboles, arbustos y flores para hermosearlos y
refrescarlos. En él se construían
cisternas cuya boca quedaba a ras de tierra y en las que se recogía
el agua de la lluvia.
Los usos más
frecuentes de estos patios eran: lugar de baño, comedor, sitio de
reunión, etc.
La puerta o zaguán
quedaba localizada a la mitad del frente de la casa. Esta entrada
estaba arreglada de tal manera que nadie podía ver hacia adentro
desde la calle. El pasadizo interior llevaba hasta el patio y era
llamado vestíbulo. Este se amueblaba con asientos para el portero y
los criados. La obligación del portero o sirviente para estos
menesteres era la de hablar con cualquier visitante que llamara a la
puerta y que deseara ser admitido. El objetivo de ello era dar
oportunidad para reconocer la voz del visitante al dueño de la casa
e identificarlo como amigo.
Tener un cuarto
superior en la casa era indispensable. Aquellos cuyos medios no les
permitía tener este cuarto se conformaban con un cuarto hecho con
tablas o un emparrado sobre el techo. Esto proveía de un lugar
fresco en verano, un lugar de retiro y si había algún huésped
distinguido se le alojaba allí.
Si la casa tenía más
de un cuarto en el techo se le llamaba casa de verano, en contraste
con la casa de invierno que estaba en la parte baja.
Un elemento muy
importante en toda casa judía, ya fuera de una o de más piezas era
la Mezuzah.
Era una pequeña
capilla que se colocaba en la jamba derecha (según se entraba) de la
puerta de la casa. Contenía un pequeño pergamino con el Shemá
(fragmento del quinto libro de la Torah, Deuteronomio). Cuando los
judíos entraban y salían de las casas besaban la Mezuzah y luego
llevaban el beso a la frente y el corazón. El texto de la Shemá
dice:
"Escucha Israel, el
Señor es tu Dios, el Señor es uno. Amarás al Señor con todo tu
corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y al prójimo como a
ti mismo. Haz esto y vivirás. Enséñalo a tus hijos. Colócalo en las
palmas de tus manos y en las jambas de las puertas. Recítalo cuando
te acuestes y te levantes, cuando entres y cuando salgas..."
|