Basándonos en las costumbres de la época
como veremos a continuación, la lógica nos dice que su búsqueda no sería
la de una posada, sino la de un sitio tranquilo y apacible donde pudiera
tener lugar un acontecimiento tan íntimo y, dado que José, de origen
belemnita, ha de conocer perfectamente el terreno en el que se mueve,
elige una cueva para que se desarrolle en ella el alegre acontecimiento.
El primer dato a tener en cuenta es una
costumbre bastante arraigada y que incluso ha llegado a nuestros días.
Para los pueblos semitas y musulmanes, la hospitalidad es una cuestión
de honor y el no practicarla supone una degradación personal. Luego es
fácil suponer que fuera poco probable que les denegaran dicha
hospitalidad.
Las posadas por aquel entonces, ni mucho
menos se parecían a lo que hoy entendemos con este término. Eran lugares
que por norma general se encontraban en las afueras de las poblaciones,
ya que estaban destinadas a albergar a los viajeros que iban de paso en
las caravanas. En el mismo recinto eran acomodados viajeros y bestias de
carga; estos últimos en el centro del patio y la gente bajo los pórticos
que rodeaban al mismo. Imaginemos por tanto el plantel: bullicio de
gente, casi siempre hacinada y sin ningún tipo de intimidad; el rebullir
de los animales... Indudablemente, no es un buen sitio para dar a luz.
Si acudimos a los evangelios apócrifos nos
encontraremos que en ninguno de ellos se hace mención a la búsqueda de
posada. En todos ellos el relato es más o menos exagerado pero similar.
Al llegar a las inmediaciones de Belén comienzan los dolores del parto y
han de buscar refugio en una cueva: Evangelio Arabe de la Infancia (II),
Evangelio Armenio de la Infancia (VIII-5), Evangelio del Pseudo-Mateo (XIII)
y el Protoevangelio de Santiago (XVII).
Por otro lado tenemos los textos
canónicos: Mateo no hace mención de la búsqueda de posada y Lucas tan
sólo hace una pequeña referencia al hecho (2:7), "...Y dio a luz a su
hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre,
porque no tenía sitio en el alojamiento". Los doctos de la
Biblia no ven en este relato fundamento alguno para pensar que José y
María deambularan buscando alojamiento por las calles de Belén y que
fueran cerradas cada una de las puertas a las que llamaban; sin embargo,
el sentir popular y la tradición así han hecho que llegue esta escena a
nuestros belenes. |