Mateo (2:16-18): Entonces Herodes, al
ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y
envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos
años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos.
Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: Un clamor se ha
oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y
no quiere consolarse, porque ya no existen.
En los textos apócrifos tanto el
Protoevangelio de Santiago (XXII:1-3), como el Pseudo-Mateo (XVII:1-2),
el Evangelio Arabe de la Infancia (IX:1-2) y el Evangelio Armenio de la
Infancia (XIII:1-5) describen con más o menos detalle este pasaje en los
que todos concuerdan en los mismos hechos. Sin embargo, la escena, por
su crueldad, es merecedora de un análisis pormenorizado, ya que Mateo es
el único de los Evangelistas que la menciona.
Como ya sabemos Mateo y Lucas son los
Evangelistas que narran la infancia de Jesús y ambos entran en
contradicción en algunas ocasiones. Mateo nos cuenta que José y María se llevaron a Jesús a
Egipto por temor a que le alcanzara la matanza, mientras que Lucas, por
el contrario, afirma que después de cumplir todas las ceremonias de la
Ley, regresan a Nazareth, su lugar de residencia, y que iban
todos los años a Jerusalén para celebrar la Pascua. Como ya hemos visto,
debían pasar cuarenta días del parto para que María se purificara y
practicara las ceremonias que prescribía la Ley, por tanto, hubieran
expuesto al niño. De ser real la "matanza", ¿habría Lucas dejado
pasar inadvertido algo tan significativo como la salvación del Mesías de
la misma? Y, si José y María fueron a
Jerusalén, ¿cómo pudieron huir a Egipto?.
Pero vayamos por partes para analizar este
pasaje del Evangelio de Mateo y dividamos el texto en dos partes. La
primera: Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los
magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de
Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que
había precisado por los magos.
El primer dato a constatar es que el tema
de la matanza de los inocentes cuando nace el Mesías aparece en casi
todas las culturas. Por ejemplo, la historia de Krishna afirma que el
rey Kamsa ordenó la muerte de todos los niños de la India para eliminar
a Krishna. Incluso en Moisés encontramos una matanza de inocentes de la
que se salva, según el Libro del Exodo; también el Faraón había mandado
matar a todos los recién nacidos hebreos, pero se salva Moisés,
precisamente el que liberó después al pueblo judío (Ex. 1:8-22; 2:1-10).
Si nos basamos en datos históricos
tendremos que mencionar que Flavio Josefo no hace referencia a esta
matanza en su detallada obra histórica "Antigüedades de los judíos", a
pesar de que relaciona una por una todas las barbaridades cometidas por
Herodes durante su reinado. El biógrafo de Herodes, Nicanor, tampoco
la menciona, sin embargo, sí guardó registro de otras
barbaries y además las justificó. ¿Cómo es posible que ningún
historiador de la época registrara semejante genocidio? ¿Se trata
simplemente de una ficción aportada por Mateo con el fin de enfatizar la
venida del Mesías?
En el medievo, los escritores cristianos
(griegos y etíopes) especularon que fueron asesinados entre 3.000 y
15.000 niños. Pero de acuerdo con el censo ordenado por Cirino, tal y
como relatan los Evangelios, el pueblo de Belén no tenía más de 800
habitantes. Partiendo de esa base, hemos de suponer que no habría más de
20 ó 30 nacimientos al año; si a eso le añadimos la alta mortandad
infantil de la época, aproximadamente el 50% antes de cumplir los dos
años, nos encontramos con una cifra bastante más pequeña, hecho que
posiblemente pudiera haber hecho que el suceso pasase desapercibido para
los historiadores.
Analicemos también la personalidad de
Herodes y las circunstancias políticas que le rodearon. Herodes fue
declarado rey de Israel por los romanos en el 37 a. C. y reinó treinta y
tres años, hasta el 4 a. C. Su mala fama no es gratuita. Mató a dos de
sus hijos, Alejandro y Aristóbulo, por conspirar contra él. Cinco días
antes de su muerte mandó matar a su hijo Antipatro y, finalmente, ordenó
que ante su muerte, fueran matados 300 notables del reino para que las
gentes de Judea, lo quisieran o no, lloraran la muerte de Herodes. Esta
última matanza realmente le importaba poco, no arriesgaba nada viéndose
ya en el lecho de muerte, sin embargo, la matanza de los inocentes
hubiera supuesto su enjuiciamiento y posterior crucifixión por el
Procurador romano, el único con potestad para ordenar la pena capital en
aquella época.
Un factor más a considerar es que la
sucesión de los hechos que relata Mateo no tiene mucho sentido.
Primeramente Herodes confía en los magos, espera que regresen para darle
la información que necesita. A Herodes, por como nos lo ha mostrado la
Historia, hemos de suponerle un personaje, además de cruel, astuto y
desconfiado. Lo lógico hubiera sido, que mandara espías tras los magos
en lugar de esperar su regreso.
Pasemos a analizar la segunda parte del
texto de Mateo: Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías:
Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que
llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen.
Ramá se encontraba en el territorio de la
tribu de Benjamín, y Belén en el de Judá; la primera se hallaba muy al
noroeste de Jerusalén y la segunda al sudoeste. Había aproximadamente
cincuenta kilómetros entre ambas ciudades. Además, la profecía de
Jeremías (31:1-17) habla de un destierro y no de una matanza: [...]
Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo; Raquel que lamenta por sus
hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron.
Así ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus
ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová, y volverán de la
tierra del enemigo. Esperanza hay también para tu porvenir, dice Jehová,
y los hijos volverán a su propia tierra.
Y efectivamente, poco después de la
profecía de Jeremías, que anunciaba la destrucción de Jerusalén, en
julio del año 587 a. C., Nebuzardán, general de Nabucodonosor, se
apodera de la Ciudad Santa y los judíos son llevados a Babilonia.
Poco importa si alguna vez tuvo lugar el
infanticidio por orden del brutal Herodes y del que sólo encontramos su
relato en el Evangelio de Mateo. En
realidad Mateo, como el resto de los Evangelistas, estaba más preocupado
en relacionar a Jesús con las viejas escrituras judías y demostrar así
que se trataba realmente del Mesías, que por ser fiel a hechos realmente
históricos. |