Mateo (2:13-15) nos relata la escena.
Cuenta como en sueños se le aparece de nuevo el ángel a José y le ordena
que huya a Egipto con Jesús y María, pues el rey Herodes busca al Niño
para matarle. José obedece y emprende el viaje con prontitud, sin
esperar a que amanezca.
¿Por qué Egipto? Decir que era el país
clásico de refugio político por ser provincia romana. Había allí muchos
judíos, colonias florecientes y barrios habitados por ellos y prestaban
socorro a sus conciudadanos. No hay antecedentes que precisen dónde
residieron, sin embargo se señalan diversos lugares, como El Cairo,
Koshám y hasta Hermópolis.
Nada se nos dice del camino que toma para
llegar a Egipto, pero por las pocas provisiones que han de llevar debido
a la improvisación, es de suponer que opta por el camino más corto y
seguro para un recién nacido. De cualquier modo, el viaje debió ser
penoso, duro, arriesgado y precario.
La noticia se da de manera breve, pero en
los evangelios apócrifos y en otros relatos posteriores se amplía con
multitud de anécdotas y milagros acaecidos a lo largo del camino, de los
cuales se han hecho gran cantidad de versiones en dioramas en los
últimos tiempos; si bien es cierto, que en esta escena predomina más la
imaginación del belenista.
Algunos de los milagros y acontecimientos
que narran los apócrifos:
Los leones guían la
caravana. (Pseudo-Mateo XIX:1-2)
Leones, leopardos y lobos adoran a Jesús.
Les acompañan y guían en su camino por el desierto, ningún mal les
hacían a ellos, como tampoco a los bueyes y animales de carga con el
equipaje, ni a los corderos y ovejas que José y María llevan desde
Judea, sino que lo hacían dulcemente y reverenciando a Jesús,
cumpliéndose así la profecía: "Los lobos pacerán con los corderos, y el
león y el buey comerán la misma paja".
La palma de los justos (Pseudo-Mateo
XX:1-2)
Durante el viaje la familia pasa hambre y
sed. En el camino ven una palmera cargada de dátiles a una altura
difícil de alcanzar. Jesús habla con el árbol y le dice: "Agáchate,
árbol, y con tus frutos da algún refrigerio a mi madre". La palmera
obedece, se inclina y ofrece a la Sagrada Familia toda su cosecha de
dátiles. Jesús la ordena que se enderece de nuevo, pero la solicita un
último esfuerzo, que descubra de sus raíces el manantial de agua que
corre bajo ellas para poder calmar su sed; y de ella brotó el manantial
de agua más pura y fresca que pudiera existir. Tras el descanso recogen
sus cosas para seguir camino y en ese preciso instante aparece un ángel
que se encarga por orden de Jesús de llevar al paraíso una palma de la
palmera generosa. En adelante será la recompensa de los justos. |