Con la expansión de Roma, las guerras
dejan de ser pequeñas escaramuzas y se hacen más extensas y
complejas desde el punto de vista militar, lo que provocó que fuera
necesario profesionalizar al ejército, creando un cuerpo de
oficiales que ejercieran el mando intermedio, a los que se designó
como "centuriones", a razón de 60 por cada legión; estaban
subordinados a los tribunos militares, que eran 6 en cada legión.
Estos, eran jóvenes aristócratas que cumplían su servicio militar
obligatorio como oficiales. Uno de ellos pertenecía al orden
senatorial, era llamado "tribunus laticlavius", los cinco restantes
pertenecían al orden ecuestre y eran los "tribuna angusticlavii".
Se
conformaba de esta manera el escalafón de oficiales y jefes
integrado por los legados, los tribunos militares y los centuriones;
todos ellos comandados por los Cónsules, que no eran militares de
carrera. Estos últimos permanecían en su cargo durante un año de
campaña, pero con el tiempo fue frecuente que el Senado resolviera
prorrogarles el mandato por un año más, surgiendo así la figura del
Procónsul. Con el paso del tiempo el Procónsul se convirtió en un
líder político a la vez que militar, cuya creciente influencia
emanada de la fidelidad personal que le prestaban sus legiones, tuvo
una importante incidencia en el desenvolvimiento de los sucesos que
condujeron de la República al Imperio.
Había otro grupo de oficiales
prestando servicios médicos, ingenieros, cronistas y el "praefecti
castrorum" (comandante de campo o prefecto), que había servido como
primer centurión.
Centuriones
Eran la pieza más importante del
engranaje de mando de la legión. En cada una de ellas servían 60
centuriones. Tenían una jerarquía de mando muy estricta. El
principal de ellos era el centurión "Primus Pilus", o centurión jefe
de la legión que era el centurión de la primera centuria del primer
manípulo de la primera cohorte. El segundo más importante era el
centurión de la segunda centuria del primer manípulo y así
sucesivamente.
Sistema de ascensos. Dos hipótesis:
-
Que los centuriones de las cohortes
segunda a novena eran jerárquicamente iguales y que por ello sólo
accedían a la primera cohorte los elegidos especialmente para el
ascenso.
-
Que cada cohorte tenía su propio
rango, siendo la primera cohorte la principal, la novena sería la
última en rango, por lo que los centuriones recién nombrados se
encuadrarían en esta cohorte subiendo puestos cohorte a cohorte
hasta la primera.
Sin embargo, en tiempo de guerra el
ascenso no se realizaba siempre por antigüedad. En las campañas de
César muchos legionarios consiguieron ascender a centuriones por
méritos de guerra.
Cada cohorte tenía seis centuriones
jerarquizados según su antigüedad, asistidos cada uno de ellos por
un suboficial u "optio", además cada manípulo tenía un
portaestandarte o "signifer" y un corneta o "cornicerm" para
transmitir las órdenes.
El equipamiento del centurión era el
mismo que el del legionario tan sólo se distinguía en:
-
Espada en el costado izquierdo en
lugar del derecho como los legionarios.
-
Gran penacho transversal en el yelmo.
-
Grebas o espinilleras de metal.
-
Bastón de sarmiento de vid. Este era
su distintivo tradicional.
Además solía llevar la camisa de cuero
con las faldillas o "pteriges" como los oficiales superiores.
Tribunos
Su equipo formaba el "pteriges"
(túnica corta militar), o camisa de cuero con tiras que protegían
hombros y caderas, la coraza anatómica corta que le permitía montar
a caballo y en la que iba anudado el lazo ritual de alto oficial y
una capa de color blanco.
Legados
Llevaban la misma indumentaria que los
tribunos, aunque se diferenciaban de estos por llevar la capa de
color escarlata. El general en jefe no llevaba ninguna prenda que lo
diferenciase de sus legados, aunque es posible que el lazo ritual
del general fuera de color púrpura.
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