En un hermoso pueblito campestre, con
un hermoso río donde Adelina disfrutaba cada hermoso amanecer
sereno, mojarse los pies en la cristalina agua, en ese amanecer de
verdor escucho un maullido de un gatito, que estaba a punto de
caerse al río, ella se acercó y lo salvó. Adelina tomó dulcemente al
pequeño gatito blanco, ella vivía sola en su hermosa casita, con un
hermoso antejardín de flores.
Al llegar a la casa, lo acostó en un
canastito con un almohadón, le hizo mucho cariño, el pequeño gatito
la miró lleno de dulzura. En el living de su casa, Adelina tomó el
retrato de su madre, la cual había fallecido hace cuatro meses, el
pequeño gatito se subió a su falda, como diciéndole ahora no estás
sola, yo estoy contigo.
Había heredado de su madre la virtud,
de hacer ricas galletas, pasteles, queques, los que vendía y le iba
muy bien en las ventas, por ser exquisitos. Esa tarde, cuando
preparaba sus ricas galletas, el dulce minino se acercó, se puso a
jugar con la crema del pastel, que Adelina preparaba entre risas y
cascabeles, lo llamó Criss.
Era primero de diciembre, pensaba en
hacer ricas galletas de navidad para vender, sintió un maullido
cerca, no era Criss, el cual dormía en su canastita. Salió al
antejardín entre sus rosas, claveles, lirios y azucenas, jugando con
las mariposas, había una hermosa gatita, Adelina la llamó y la
pequeña gatita cubierta de pétalos de rosas, entró rápidamente a su
casa y junto a Criss comenzaron a jugar, la hermosa gatita romana a
la cual llamo Rosita.
Adelina la hermosa joven, era muy
querida en su pueblo, solía ir a vender sus ricas galletas, al
negocio de la escuela, los niños la adoraban, al terminar de vender,
solía contarles a los niños cuentos. Así en las tardes las madres de
los niños, los llevaban a casa de ella, para que los cuidara, así
los pequeños, la querían mucho entre cantos canciones, alegría,
risas se la pasaban muy bien.
El dos de diciembre, era el cumpleaños
de Adelina, esa tarde entre todos le hicieron una fiesta sorpresa en
la escuela, ya que todos la querían muchísimo, todos disfrutaban de
las delicias que ella preparaba, entre globos, serpentinas, regalos
y una torta, disfruto de un inolvidable cumpleaños, uno de los
pequeños, le regalo un canastito con unos hermosos gatitos siameses.
Al llegar a su casa ya tenía cuatro gatitos, a los gatitos siameses
los llamo Tolín y Tolán. Solía disfrutar de la compañía y jugar con
sus gatitos, cada uno con su collar de cascabeles, al salir al
patio, sus cuatro gatitos la seguían, pero ese día al salir al
patio, había un gatito negro que estaba en el columpio de flores,
que ella solía jugar de niña, sus recuerdos volvían a su mente,
cuando se balanceaba en su columpio floral, se acercó lentamente y
empujó el columpio, el bello gatito, la miró con ternura, con un
ronroneo melodioso. se empezó a columpiar, lo llamo Morenito.
Aquella noche, mientras preparaba sus
ricas galletas y pan de pascua para vender y llevarlos a las
panaderías y pastelerías que le encargaban, esa noche comenzó a
escuchar los hermosos villancicos, cantaba con su hermosa voz, lo
que jamás imaginó que sus gatitos la escuchaban, así todas las
noches cantaba y sus gatitos atentos a la música. Adelina, se dio
cuenta cerca de ellos comenzó a cantar "campana sobre campana",
tocando la guitarra, los felinos aprendían el ritmo de la armoniosa
guitarra, así mágicamente maullaban, al compás de la melodía de
navidad, fue como un milagro, el coro de felinos, un poema melódico
de miaus. Una noche, ella solo tocaba la guitarra y los gatitos ya
acostumbrados a la melodía de la guitarra, entonaban sus miaus de
navidad.
Adelina maravillada, comenzó a sacar
los adornitos de navidad, para empezar adornar el arbolito, fue como
un sueño mágico de navidad, al ver que sus traviesos y juguetones
gatitos jugaban con los adornos y las pelotitas, Rosita tan coqueta
se adornó con la guirnalda como bufanda, que hermosa se veía,
Adelina se reía, mientras que Criss, el más vivaracho e inteligente,
decoraba el arbolito, colocando las pelotitas multicolores, en las
ramitas del arbolito.
Al día siguiente, pondrían las luces,
esa tarde cuando llegaron los niños, jugaban con los gatitos, al
escuchar los villancicos, los gatitos no maullaron, pues ya habían
aprendido que la señal para que empezaran a cantar, era cuando
Adelina tocaba la guitarra, era un secreto entre ellos y una
sorpresa para todos en navidad. Adelina paso la tarde con los niños,
haciendo adornitos de navidad angelitos, dibujaban viejitos
pascueros y tarjetitas de navidad, ella les dio de su rico pan de
pascua de frutas confitadas.
También enseño a los niños, a preparar
galletitas de navidad, en formar de estrellas, de arbolitos y de
botitas de navidad, pasaba cada tarde con los niños, preparando
detalles para la navidad. Los niños la ayudaron hacer el pesebre, de
figuras grandes, los curiosos gatitos miraban como lo arreglaban,
Criss jugaba con la pajita y Rosita la coqueta gatita, entró del
patio decorando el pesebre con pétalos de flores, aquella agradable
tarde, la pasaron entretenidos con la alegría, travesuras de los
gatitos. Fue así como una noche, se enterneció cuando sus gatitos
siameses, dormían en el pesebre, era como si formaban parte del
pesebre, Tolín y Tolán eran los más pequeñitos.
Faltaban quince días para navidad, esa
noche Adelina, colocó las luces de navidad al arbolito, las que eran
musicales, al empezar a tocar las melodiosas luces, el coro de los
gatitos, al compás de las luces, comenzó a cantar, esa mágica noche
entre navideños miaus y luces resplandecientes de colores,
emocionada tocó la guitarra, al ritmo de la melodía gatuna, aquella
inolvidable noche, se repitió las noches siguientes.
Solo falta un día para navidad, como
cada navidad, Adelina solía preparar una hermosa cena de navidad, la
que preparaba con sus vecinas, que la conocían desde niña, eran como
una familia, Adelina se encargaba de preparar dulces, galletas, pan
de pascua y pasteles .
Al mirar esa noche las estrellas, en su
hermoso jardín, acompañada de sus queridos gatitos, que le maullaban
a la luz de la luna y Rosita jugaba con las luciérnagas, que con su
luz iluminaban su jardín encantado, entre la fragancia de flores, el
ronroneo de sus gatitos, sintió nostalgia pues al día siguiente era
navidad y su madre no estaría con ella pero sabía que desde el
cielo, su madre como un ángel la cuidaba, y que le había enviado
como regalo a sus gatitos.
La nochebuena, Adelina reunida con
todas sus amigas, vecinos, los pequeños niños que ella cuidaba,
reunidos en el arbolito jugando con los gatitos, habían disfrutado
del rico pavo, del brindis de navidad y de las delicias que había
preparado Adelina.
Todos esperaban que Adelina, con su
maravillosa voz cantara, esa nochebuena, los gatitos con sus
collares de guirnaldas. Cuando Adelina comenzó a cantar, todos
maravillados por su hermosa voz, cantaba sin tocar la guitarra, los
pequeños escuchaban su maravillosa voz, los gatitos atentos a
Adelina, cuando ella empezó a tocar la guitarra, todos quedaron
maravillados, al escuchar como los gatitos coreaban, miau, miau, al
compás de la guitarra que armonizaba un dulce villancico, era mágico
e increíble, la hermosa nochebuena, que los cinco gatitos cantaban
villancicos de navidad.
Luego más fue la sorpresa, cuando
Adelina encendió las luces del arbolito que resplandecía iluminado
con sus guirnaldas, campanitas, la música de las luces volvió a
despertar a los cantores mininos, resplandeciente velada arco iris
escarchada, de luces y tonadas de gatitos celestiales.
Al día siguiente, al terminar la misa
de navidad, se hizo presente el coro de los gatitos, que al ritmo de
la guitarra de Adelina, cantaban entre miaus navideños, lo más
increíble, es que solo los gatitos cantaban, si Adelina estaba cerca
de ellos, era su maestra, madre y cómplice de los gatitos, que al
ritmo de villancicos, aprendieron a entonar miaus, miaus de navidad.
Antes de terminar el cuento el dulce
cantar de los gatitos, siguió después de navidad, pues el milagro de
haber despertado la virtud gatuna, de seguir la melodía de los
villancicos, continuo, pues Adelina cantaba muchas canciones y sus
gatitos como sus admiradores, se contagiaban al ritmo de su música,
rapidito aprendían nuevas tonadas, siguiendo la mágica guitarra y la
compañía de su hermosa dueña , fue así fue como el coro de los
gatitos siguió y colorín colorado, ahora si este cuento se ha
terminado.