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EL VILLANCICO DE LOS GATITOS

Beatriz Susana

En un hermoso pueblito campestre, con un hermoso río donde Adelina disfrutaba cada hermoso amanecer sereno, mojarse los pies en la cristalina agua, en ese amanecer de verdor escucho un maullido de un gatito, que estaba a punto de caerse al río, ella se acercó y lo salvó. Adelina tomó dulcemente al pequeño gatito blanco, ella vivía sola en su hermosa casita, con un hermoso antejardín de flores.

Al llegar a la casa, lo acostó en un canastito con un almohadón, le hizo mucho cariño, el pequeño gatito la miró lleno de dulzura. En el living de su casa, Adelina tomó el retrato de su madre, la cual había fallecido hace cuatro meses, el pequeño gatito se subió a su falda, como diciéndole ahora no estás sola, yo estoy contigo.

Había heredado de su madre la virtud, de hacer ricas galletas, pasteles, queques, los que vendía y le iba muy bien en las ventas, por ser exquisitos. Esa tarde, cuando preparaba sus ricas galletas, el dulce minino se acercó, se puso a jugar con la crema del pastel, que Adelina preparaba entre risas y cascabeles, lo llamó Criss.

Era primero de diciembre, pensaba en hacer ricas galletas de navidad para vender, sintió un maullido cerca, no era Criss, el cual dormía en su canastita. Salió al antejardín entre sus rosas, claveles, lirios y azucenas, jugando con las mariposas, había una hermosa gatita, Adelina la llamó y la pequeña gatita cubierta de pétalos de rosas, entró rápidamente a su casa y junto a Criss comenzaron a jugar, la hermosa gatita romana a la cual llamo Rosita.

Adelina la hermosa joven, era muy querida en su pueblo, solía ir a vender sus ricas galletas, al negocio de la escuela, los niños la adoraban, al terminar de vender, solía contarles a los niños cuentos. Así en las tardes las madres de los niños, los llevaban a casa de ella, para que los cuidara, así los pequeños, la querían mucho entre cantos canciones, alegría, risas se la pasaban muy bien.

El dos de diciembre, era el cumpleaños de Adelina, esa tarde entre todos le hicieron una fiesta sorpresa en la escuela, ya que todos la querían muchísimo, todos disfrutaban de las delicias que ella preparaba, entre globos, serpentinas, regalos y una torta, disfruto de un inolvidable cumpleaños, uno de los pequeños, le regalo un canastito con unos hermosos gatitos siameses. Al llegar a su casa ya tenía cuatro gatitos, a los gatitos siameses los llamo Tolín y Tolán. Solía disfrutar de la compañía y jugar con sus gatitos, cada uno con su collar de cascabeles, al salir al patio, sus cuatro gatitos la seguían, pero ese día al salir al patio, había un gatito negro que estaba en el columpio de flores, que ella solía jugar de niña, sus recuerdos volvían a su mente, cuando se balanceaba en su columpio floral, se acercó lentamente y empujó el columpio, el bello gatito, la miró con ternura, con un ronroneo melodioso. se empezó a columpiar, lo llamo Morenito.

Aquella noche, mientras preparaba sus ricas galletas y pan de pascua para vender y llevarlos a las panaderías y pastelerías que le encargaban, esa noche comenzó a escuchar los hermosos villancicos, cantaba con su hermosa voz, lo que jamás imaginó que sus gatitos la escuchaban, así todas las noches cantaba y sus gatitos atentos a la música. Adelina, se dio cuenta cerca de ellos comenzó a cantar "campana sobre campana", tocando la guitarra, los felinos aprendían el ritmo de la armoniosa guitarra, así mágicamente maullaban, al compás de la melodía de navidad, fue como un milagro, el coro de felinos, un poema melódico de miaus. Una noche, ella solo tocaba la guitarra y los gatitos ya acostumbrados a la melodía de la guitarra, entonaban sus miaus de navidad.

Adelina maravillada, comenzó a sacar los adornitos de navidad, para empezar adornar el arbolito, fue como un sueño mágico de navidad, al ver que sus traviesos y juguetones gatitos jugaban con los adornos y las pelotitas, Rosita tan coqueta se adornó con la guirnalda como bufanda, que hermosa se veía, Adelina se reía, mientras que Criss, el más vivaracho e inteligente, decoraba el arbolito, colocando las pelotitas multicolores, en las ramitas del arbolito.

Al día siguiente, pondrían las luces, esa tarde cuando llegaron los niños, jugaban con los gatitos, al escuchar los villancicos, los gatitos no maullaron, pues ya habían aprendido que la señal para que empezaran a cantar, era cuando Adelina tocaba la guitarra, era un secreto entre ellos y una sorpresa para todos en navidad. Adelina paso la tarde con los niños, haciendo adornitos de navidad angelitos, dibujaban viejitos pascueros y tarjetitas de navidad, ella les dio de su rico pan de pascua de frutas confitadas.

También enseño a los niños, a preparar galletitas de navidad, en formar de estrellas, de arbolitos y de botitas de navidad, pasaba cada tarde con los niños, preparando detalles para la navidad. Los niños la ayudaron hacer el pesebre, de figuras grandes, los curiosos gatitos miraban como lo arreglaban, Criss jugaba con la pajita y Rosita la coqueta gatita, entró del patio decorando el pesebre con pétalos de flores, aquella agradable tarde, la pasaron entretenidos con la alegría, travesuras de los gatitos. Fue así como una noche, se enterneció cuando sus gatitos siameses, dormían en el pesebre, era como si formaban parte del pesebre, Tolín y Tolán eran los más pequeñitos.

Faltaban quince días para navidad, esa noche Adelina, colocó las luces de navidad al arbolito, las que eran musicales, al empezar a tocar las melodiosas luces, el coro de los gatitos, al compás de las luces, comenzó a cantar, esa mágica noche entre navideños miaus y luces resplandecientes de colores, emocionada tocó la guitarra, al ritmo de la melodía gatuna, aquella inolvidable noche, se repitió las noches siguientes.

Solo falta un día para navidad, como cada navidad, Adelina solía preparar una hermosa cena de navidad, la que preparaba con sus vecinas, que la conocían desde niña, eran como una familia, Adelina se encargaba de preparar dulces, galletas, pan de pascua y pasteles .

Al mirar esa noche las estrellas, en su hermoso jardín, acompañada de sus queridos gatitos, que le maullaban a la luz de la luna y Rosita jugaba con las luciérnagas, que con su luz iluminaban su jardín encantado, entre la fragancia de flores, el ronroneo de sus gatitos, sintió nostalgia pues al día siguiente era navidad y su madre no estaría con ella pero sabía que desde el cielo, su madre como un ángel la cuidaba, y que le había enviado como regalo a sus gatitos.

La nochebuena, Adelina reunida con todas sus amigas, vecinos, los pequeños niños que ella cuidaba, reunidos en el arbolito jugando con los gatitos, habían disfrutado del rico pavo, del brindis de navidad y de las delicias que había preparado Adelina.

Todos esperaban que Adelina, con su maravillosa voz cantara, esa nochebuena, los gatitos con sus collares de guirnaldas. Cuando Adelina comenzó a cantar, todos maravillados por su hermosa voz, cantaba sin tocar la guitarra, los pequeños escuchaban su maravillosa voz, los gatitos atentos a Adelina, cuando ella empezó a tocar la guitarra, todos quedaron maravillados, al escuchar como los gatitos coreaban, miau, miau, al compás de la guitarra que armonizaba un dulce villancico, era mágico e increíble, la hermosa nochebuena, que los cinco gatitos cantaban villancicos de navidad.

Luego más fue la sorpresa, cuando Adelina encendió las luces del arbolito que resplandecía iluminado con sus guirnaldas, campanitas, la música de las luces volvió a despertar a los cantores mininos, resplandeciente velada arco iris escarchada, de luces y tonadas de gatitos celestiales.

Al día siguiente, al terminar la misa de navidad, se hizo presente el coro de los gatitos, que al ritmo de la guitarra de Adelina, cantaban entre miaus navideños, lo más increíble, es que solo los gatitos cantaban, si Adelina estaba cerca de ellos, era su maestra, madre y cómplice de los gatitos, que al ritmo de villancicos, aprendieron a entonar miaus, miaus de navidad.

Antes de terminar el cuento el dulce cantar de los gatitos, siguió después de navidad, pues el milagro de haber despertado la virtud gatuna, de seguir la melodía de los villancicos, continuo, pues Adelina cantaba muchas canciones y sus gatitos como sus admiradores, se contagiaban al ritmo de su música, rapidito aprendían nuevas tonadas, siguiendo la mágica guitarra y la compañía de su hermosa dueña , fue así fue como el coro de los gatitos siguió y colorín colorado, ahora si este cuento se ha terminado.

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