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BOLETÍN INFORMATIVO Nº 23. Mayo 2011 Asociación de Internautas Belenistas Boletín gratuito
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CARMENCITA.- Por Javier de la Fuente Montenegro Todo empezó el verano que ella nació. Desde el primer momento tenia claras dos cosas, la primera, que aquella personita tan diminuta era lo más maravilloso que podría existir y lo segundo, que la estrella de la Navidad de aquel año, con permiso de la estrella de Belén, iba a ser ella. Llegó el momento de poner el árbol de Navidad, que aquel año lo llené de muñecos, y por supuesto el belén, y aunque ella no sabía lo que era, si que se quedaba mirando con sus enormes ojos oscuros, aquel pequeño pueblo en miniatura. Parece mentira, pero los años han pasado muy deprisa, y ya han pasado cuatro navidades desde la primera. Ahora con sus casi cuatro añitos, ya sabe lo que es un belén, porque lo ha visto y lo ha tocado (para disgusto mío alguna vez). Cuando tenía dos añitos, me ayudó a descolocar el belén. Digo descolocar porque yo lo tenía casi montado cuando ella vino y lo puso a su gusto: total, lo mismo daba que los reyes magos fuesen por el camino o por encima de los tejados de las casas, si al final, iban a ir al mismo sitio. Ya entonces le empecé a contar lo que era aquello tan divertido y lleno de animalitos. Siempre recordaré como me escuchaba mirándome muy atenta con su pijama rojo de estrellas y sus rizos revueltos. Esta navidad pasada, se puede decir que yo le ayudé a ella a montar su belén, fue muy gracioso, porque de repente todas las figuritas estaban alrededor del niño Jesús y es que como Carmencita me explicó: “su mamá y su papá no le han ponido el pijama, pues tenía frío”. Ella sabe a su modo lo que es un belén y que además le gusta, y mucho. Y resulta bonito el verla jugar con él, y aún más el que me diga que cuando vuelva a ser Navidad ella quiere uno “grale”, como el de su tito Javi, o sea yo. Pocas cosas creo que he hecho bien durante mi vida, y el haber hecho que a mi sobrinita adorada le empiece a gustar el belén tanto como a mi, es algo de lo que me siento muy orgulloso. Cuando sea mayor, espero que ella haga lo mismo con sus niños, o con sus sobrinos. Os cuento esto, para que os animéis a difundir la tradición del belén entre nuestros niños; al principio para ellos es como un juguete, luego es una ilusión y quien sabe si con el tiempo, algo que enseñar a los que vengan detrás. Para mi niña preciosa, que me tiene literalmente robado el corazón.
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