BOLETÍN INFORMATIVO

Nº 15. Diciembre 2009

Asociación de Internautas Belenistas

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Editorial

NAVIDAD MULTICULTURAL.- Por V. Ródenas

Y sucedió que mientras estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada” (Lc. 2:6-7).

La Navidad está acompañada de multitud de símbolos tradicionales, diferentes para cada país y cada uno con su origen y significado: árbol de Navidad, Papá Noel con sus renos, Reyes Magos, la bruja Befana, luces de colores, estrellas, paisajes nevados… y un sin fin de adornos navideños.

Junto a esa Navidad de luces y regalos, está la Navidad tradicional del Belén, que como iconografía navideña tiene en España una tradición de siglos y constituye un vasto patrimonio popular y cultural. El “misterio” –portal con la Virgen, San José, El Niño, la mula y el buey- sólo o rodeado de pastores, lavanderas, Reyes Magos y pajes y un sinfín de personajes más, son elementos iconográficos de la cultura tradicional de nuestra Navidad.

Esta iconografía y la de otros países, aunque hayan tenido su origen y significación religiosa hoy en día se ha ampliado su significado convirtiéndose en signos culturales y, como tales, han pasado a formar parte de nuestra idiosincrasia.

Los símbolos, en este caso los navideños, admiten un pluralismo de significaciones: para un creyente evocarán su religión y para un no creyente –ya sea agnóstico o ateo-, no pasarán de connotaciones culturales, si se quiere incluso mitológicas; o por propia incultura no tendrán ningún valor, ni siquiera el estético, estrechamente ligado al hecho de haber sido fuente de inspiración del arte en la cultura occidental en todas sus manifestaciones: poesía, pintura, escultura… Por tanto, sea cual sea el sentido que se dé a la iconografía tradicional, no debería herir la sensibilidad de nadie por motivos ideológicos.

Las sociedades avanzadas, tolerantes y plurales se construyen desde el mestizaje cultural y desde el encuentro de las distintas expresiones religiosas que en un régimen de libertades debe poder compartir cualquier espacio público. En la actualidad, los tradicionales belenes conviven en armonía, en todos los espacios, incluidos los hogares, con las tradiciones nórdicas del árbol o del Papá Noel –iconos de diferentes culturas en perfecto sincretismo-. Y sin necesidad de irnos demasiado  lejos, dentro de nuestro país conviven distintas tradiciones dependiendo de la región en la que nos encontremos: en Cataluña el canto apocalíptico de la Sibila, el Caga Tió, el pino de Centelles; en Euskadi, el Olentxero; los verdiales en Málaga…. No se impone por tanto ningún símbolo. Conviven, se comparten y enriquecen mutuamente.

Me declaro agnóstica, pero discrepo con esos “no creyentes radicales” que, con argumentos racionalmente poco consistentes, confunden una costumbre o tradición navideña con imponer un símbolo religioso en centros educativos públicos o invocando el derecho a una educación laica pretendiendo prohibir símbolos navideños que para ellos son expresión religiosa, tomando como excusa que a dichos centros educativos asisten niños que profesan otras religiones.

 Con ello, y desde mi punto de vista, solo demuestran el grado de intolerancia, irracionalidad e incultura en el que se encuentran sumidos; si se documentaran un poco más se darían cuenta de que otras religiones, como por ejemplo la islámica, también celebran estas fechas, no del mismo modo eso es evidente, pero sí con respeto, ya que se celebra el Nacimiento de Jesús, uno de sus más importantes Profetas. Un ejemplo de ello lo tenemos muy cerca de nosotros. En La Rioja la noche del 24 de diciembre iglesias como la del Palacio acogen a los musulmanes (árabes o no) de la Asociación Paquistaní riojana, con Fida Hussain a la cabeza, para participar en la celebración del Nacimiento de Jesús, además de en otras concentraciones, procesiones cristianas e incluso en oraciones conjuntas pidiendo la paz a lo largo de todo el año. Esto debería ser para muchos un gran ejemplo de tolerancia, respeto y convivencia que nos demuestra que son más las cosas que nos unen que las que nos separan.

Hace unos años se publicó la noticia –un tanto controvertida- sobre la prohibición por parte de la directora de un colegio público de Mijas de que los alumnos pudieran montar un belén en las aulas para “no dañar la sensibilidad” de los alumnos profesos de otras religiones. Como réplica la profesora de Historia de Enseñanza Secundaria, Doña M. Luisa López Muñoz publicó un artículo en el que decía textualmente: “Si el respeto a cualquier identidad cultural es un valor democrático fundamental, nunca se podrá comprender y respetar los valores de quienes tienen una historia, cultura o religión distinta sin el respeto previo a la propia. Frente a actitudes intolerantes basadas en laicismos o ateismos radicales, incompatibles con un Estado de Derecho, debería prevalecer la defensa del multiculturalismo –en este caso de la Navidad- basado en la tolerancia y el respeto, con la mente abierta que ha de predominar en una educación en valores, muy especialmente en la escuela pública cuya principal seña de identidad es ser abierta, libre, plural y diversa”.

Como ya he dicho soy agnóstica y sin embargo celebro la Navidad, disfruto con todos los preparativos, monto todos los años el belén en mi casa, visito otros belenes –públicos o privados- y soy socia fundadora de la ASINBE. Y todo porque me gustan mis raíces, mis tradiciones y mi cultura, es decir, mis señas de identidad y quiero que se mantengan por mucho tiempo.

Para mi la Navidad es la celebración de la unión, ya sea con familia o amigos, con la gente a la que quiero y aprecio. En nuestras celebraciones no siempre hubo regalos ni opíparas cenas -las circunstancias económicas no lo permitían-, pero siempre hemos estado juntos en estas fechas, siempre ha estado presente el belén, el árbol de Navidad, pero sobre todo, el Espíritu del Amor, el mismo que ahora quisiera compartir con todos vosotros, sea cual sea vuestro credo o la falta del mismo:

Que la Navidad sea para los creyentes motivo de reflexión y mejora espiritual y que Dios los bendiga.

Para quienes no son creyentes, que la Navidad sea ocasión propicia para reunirse con sus seres queridos y disfrutar de un buen momento para afianzar sentimientos de amor, cordialidad y tolerancia.

 FELIZ NAVIDAD A TODOS

 

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