Los Castells forman una de las sagas
de artesanos de figuras más importante del mundo del belenismo,
juntamente con los Muns y los Vidal entre otros. La tradición comienza
con "l'avi Martí", como es conocido familiarmente Martí Castells i Marti
padre, excelente imaginero en madera, transmitiendo a sus hijos: Joan,
Josep y Martí el arte del belenismo.
"L'AVI MARTI".
Barcelona (1873-1937)
Sus inquietudes belenistas comienzan
a la edad de 12 años. Con la ayuda de una gubia y un formón talla un
grupo de títeres y marionetas. A los 14 años ingresa en el taller de
Enric Castells, en el que se encargaba de tallar cabezas y manos para
imágenes religiosas.
Durante este tiempo el joven Martí
compaginaba el trabajo en el taller con sus estudios en la Escuela de
Bellas Artes para completar su formación. Posteriormente ingresa en la
casa Barberó, donde realiza cabezas, efigies y bustos de múltiples
personajes; en la casa Rosés se especializó en la talla de madera de
imágenes de Cristo realizadas siempre de una sola pieza.
A los 23 años instala su primer
taller, situado en la calle Viladomat. Posteriormente, traslada el
taller a la calle Caballero donde comienza a trabajar ya toda la
familia, y donde para subsistir comienzan con la producción de figuras
para el pesebre, la mayoría realizadas por encargo.
JOAN CASTELLES I
MARTI. Barcelona (1909-1988)
Es el primer hijo de Martí Castells
y nace en Barcelona el 24 de diciembre de 1909.
Desde bien pequeño había vivido en
medio de virutas de madera y trozos de barro y estaba muy familiarizado
con el oficio artesanal.
Tanto él como sus dos hermanos habían comenzado a trabajar en el taller
familiar antes de que estallara la Guerra Civil a la que fue enrolado
para luchar en el frente del Ebro, concretamente a Teruel.
Desgraciadamente es hecho prisionero y es confinado durante tres años en
la prisión de Bilbao.
Tras la Guerra los tres hermanos trabajan
en el taller familiar de la calle Caballero y en la década de los
50 los encargos comienzan otra vez a ser importantes quedándoseles el
taller pequeño para la gran demanda.
Joan era un hombre emprendedor y con ideas
innovadoras; en el taller era el encargado de hacer los moldes y
las cajas de las figuras, así como de desmoldar y pintar las figuras en
serie.
JOSEP CASTELLS I MARTI.
Barcelona (1913-2002)
Al igual que sus hermanos nace en el
barrio de Sants, el 12 de abril de 1913.
Sobre él recae el peso de la
responsabilidad familiar a la muerte de sus padres, motivo por el cual
no realiza el servicio militar. En 1947 se casa con María Badia i
Vinyals con la que tiene cuatro hijos de los que Josep y Martí Castells
i Badia han proseguido el oficio familiar.
MARTI CASTELLS I
MARTI.
Barcelona (1915-1995)
Nace el 15 de septiembre de 1915.
Entre los 14 y 18 años modela a
barro cocido una Anunciata de 18cm con un pastor recostado que al
hornearlo se partió todo, pero que él mismo tuvo la paciencia de
rehacerlo todo. También modeló un guerrero de 45cm, un centauro de 40cm,
brujas y personajes alusivos a la muerte. Estas obras del joven Martí ya
prometían un talento inimitable y digno de un gran escultor.
Cursó estudios de dibujo y escultura
en La Lonja de Barcelona. Y en el taller familiar es el encargado del
modelaje de las figuras a palillo.
Como anécdota contar que mientras
cumplía el servicio militar en la Capitanía del Castell de Montjuïc de
Barcelona, entraron las tropas nacionales en la ciudad, Martí abandonó
su fusil y el ejército y se marcha a su casa. A él no le interesaban ni
la política, ni las peleas, ni las guerras y enseguida se pone a
trabajar en el taller familiar.
Su primer cometido fue renovar las
antiguas figuras y los originales de su padre, "l'avi Martí", ayudado
por su hermano Joan; eran más bajas y chaparras, mucho más recargadas y
muy parecidas a las antiguas figuras de Olot. Después de la década de
los 40 comienza a realizar sus propias figuras a palillo y pintándolas
él mismo al óleo.
En 1946 la Asociación de Pesebristas
de Barcelona le concede el premio de la institución. Lo hizo con un
Nacimiento y Adoración de Pastores que es de las obras más conseguidas
de toda su ingente producción a lo largo de más de 50 años.
Tenía una disposición natural para
conocer de una manera intuitiva las proporciones y la línea de
composición de las figuras. Poseía el don del sentido plástico y hacía
que el barro tomara forma con facilidad en sus manos, siendo capaz de
reproducir mentalmente y con gran exactitud todo aquello que había
percibido visualmente con anterioridad.
Sus figuras han merecido el más alto
reconocimiento de los pesebristas de asociaciones de todo el mundo. |