Nació y murió en Barcelona
(1745-1821).
Su nombre de pila completo era Juan
Francisco Ramón y Antonio, utilizando solamente el de Ramón en recuerdo
de su madre.
Se inició como alfarero de
escudillas, y sus primeros trabajos como escultor fueron directamente
figurillas para el belén, con las que comerciaría en las ferias que
desde antiguo se celebran en los alrededores de la Catedral y de los
templos del Pino o de Santa María del Mar.
En 1770 ingresa en el Gremio de
Escultores, Entalladores y Arquitectos de Barcelona y en 1778 solicita el ingreso en la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.
Su primer taller lo instala en la
calle Escudellers, donde se concentraban todos los artesanos de arcilla,
que aprovechaban las extensiones libres de los alrededores como
secaderos.
En 1808, al
comienzo de la invasión francesa, participa en una conspiración fallida,
teniendo que huir a Olot donde definitivamente se consolida como
belenista. Su técnica es la del barro cocido. Como modelos usa
frecuentemente a su mujer e hijos, así como apuntes al natural de los
que no deja escapar detalle alguno, convirtiendo sus figuras en fieles
reflejos de la realidad popular que le rodea. En 1814, desaparecidas las
causas que le indujeron a huir a Olot regresa a Barcelona, donde
prosigue el trabajo iniciado en Olot aunque a un ritmo mayor, cumpliendo
la multitud de encargos para los que es solicitado.
La copiosa producción de figuras de
pesebre que realiza Amadeu, versa sobre dos momentos básicos: el
Nacimiento de Cristo y la Adoración de los Magos. Las características
técnicas y de proceso se limitan casi exclusivamente al uso del barro
cocido y policromado, en alguna ocasión con el complemento de algún
armazón de madera. Algunas figuras son pequeños maniquíes con la cabeza,
pies y manos de barro, y los ropajes que cubren el simulado cuerpo de
tela enyesada y policromada. El mismo encarnaba y policromaba sus
imágenes, preparando incluso los colores que habría de utilizar, lo que
motivó que el Gremio de Pintores y Doradores de Barcelona promoviera un
pleito contra él en 1782; elevando la resolución a la Real Academia de
San Fernando, el rey dicta sentencia favorable a Amadeu.
Para describir a Amadeu deberíamos
decir que no es un artista de libre imaginación creativa, sino de tipo
medieval, con aprendices que le ayudan y se ejercitan a su vez; manera
de ser que perduró hasta muy entrado el período neoclásico. El Marqués
de Lozoya cita a Ramón Amadeu como representante de Cataluña del "último
impulso de la gran imaginería hispánica, que procura retener en normas
académicas su barroquismo...". Por eso es situado en el tiempo, como uno
de los últimos clásicos de la rica tradición imaginera española. |